lunes, 27 de julio de 2015

Pasillos sin luz.

Y solo recuerdo su rostro, sus ojos de niño pequeño, su nariz, sus labios que tantas veces han besado y acariciado los míos, sus manos que han recorrido cada centímetro de mi cuerpo. 
Se desvanece, poco a poco va desapareciendo. Todo se va volviendo oscuro. Mi única luz se apaga lentamente.
Intento correr hacia él aunque sé que no va a girarse para mirar atrás. No llego, sigue más lejos de lo que estaba antes.
A penas puedo reconocerlo. Empieza a estar todo borroso para mí.
Grito para que me escuche. No consigo mi objetivo. 
No me queda nada salvo oscuridad y yo misma, un cuerpo que a duras penas puede mantenerse en pie. No tengo nada que pueda alumbrarme. Solo queda que mis ojos se adapten a esta oscuridad tan profunda. 

Y es que cuando ves que ni por todos los medios consigues volver a estar como antes ni recuperar lo que tú misma has perdido, ¿cómo pretendes perdonarte y no sentir ni una pizca de culpabilidad? 

Cómo es posible que nadie te cuente y te diga que son los sueños los que soportan la vida, que no se puede seguir viviendo sin ellos. - Los Suaves.

domingo, 26 de julio de 2015

Braindead.

Quiero ser pequeñita, minúscula, que nadie sea capaz de verme a simple vista y pasar desapercibida.
Cambiar drásticamente y darte cuenta de ello. Lo he aceptado, ¿por qué este sentimiento de culpabilidad?
Solo quiero envolverme entre ruidos y gritos que a duras penas logro entender, quiero no entender, porque suficiente entiendo y no me gusta. A veces desearía ser tonta, poco observadora y tener la capacidad (o deficiencia) de no sentir nada de nada.
Intento con todas mis fuerzas ayudar a las personas que quiero para quitarme poco a poco el peso del remordimiento que consume cada día mi cuerpo, pero cuando esas personas intentan ayudarme, reciben otra descarga eléctrica justo igual que las anteriores veces que intentaron ayudarme. Ellos se acercan y acaban alejándose de mí.
Mejor dicho, les acabo alejando de mí.

viernes, 24 de julio de 2015

Valkyria, ven a por mí.

Tanta culpabilidad, ¿cómo voy a afrontarla?
Saber que solo yo he herido de muerte al ser más querido de mi alrededor y se desangra delante mío.
Castigos, penas, sacrificios. Todos en vano. Sangre, lágrimas, gritos, miedo...
¿Cuánto más he de pagar por lo que hice? ¿Cuánto arrepentimiento y dolor he de guardar?
Solo los dioses saben lo que nos depara el futuro. Por suerte, el Ragnarök no tardará en venir.Y veo las puertas del Valhalla cada segundo más cerca.

martes, 14 de julio de 2015

Mares de angustia y soledad.

Y otro día que escribo. Nada bueno va a salir de aquí.
Solo veo cómo el agua cada vez me cubre más. ¿Por qué no cogí el salvavidas? Si es que soy inútil. A veces las decisiones que tomamos nos llevan a estar peor, y lo sabemos. Aún así, seguimos sin cambiar de opción. ¿Por qué somos así de tontos?
Grito, grito. El mar parece completamente infinito. Por mucho que grite, nadie me va a escuchar. Llevo días sin dormir. Sé que si dejo de nadar o de aguantarme, mi cuerpo irá al fondo del mar. Las noches son frías en el agua, pero las primeras. Luego solo sientes la diferencia del calor que emite el Sol cuando es de día. Nisiquiera hay algo para poder apoyarme y descansar aunque sean pocos segundos. Cuando no aguanto más, mis ojos se cierran y mis fuerzas son totalmente nulas. El cuerpo se me hunde en el agua. Por suerte, me doy cuenta a tiempo y floto de nuevo, con las piernas agarrotadas y los brazos tan cansados, que empiezan a entumecerse poco a poco. Solo quiero que aparezca algo o alguien. ¿Tanto pido? A estas alturas sí, es pedir el cielo. Pero el cielo no existe. Ni el cielo, ni el infierno ni ningún Dios que nos guíe el camino como predican algunos. Nada, no existe nada salvo nosotros mismos. La cagamos gran parte de las veces, y asumimos o no nuestras culpas, pero seguimos sin hacer nada respecto a ello. Por eso me hallaba en medio de la nada, sola y sin ayuda, sin comer ni beber. Iba a morir si no aparecía algo.
La esperanza la perdía cada segundo que pasaba. Había perdido el sentido de la vida. Cada vez era más frecuente que me hundiera sin darme cuenta, aunque al final acabé sabiendo cuándo iba hacia abajo.
Ese ruído. Ese ruído que hacía tanto que no escuchaba. No podía ser posible. Cada vez que se acercaba más a mí, veía que me sonaba familiar. Una vez delante, me di cuenta.
Era el mismo que me había tirado en pleno mar abierto.
Había vuelto a recogerme.

domingo, 12 de julio de 2015

El maravilloso mundo de Disney.

¿Cuántas veces nos hemos planteado que el verdadero amor no existía para nosotros? Cientos, millones de veces. 
Todo el amor que le dábamos a esa persona que nos gustaba y queríamos, se nos rechazaba con un portazo tan fuerte que nos acababa rompiendo el corazón. Sí, ese mismo que cada vez volvía a caer en la misma piedra, una y otra vez. La veía de lejos, sabía que si pasaba por ahí, volvería a caer. Y como no, caía. ¿Por qué somos tan idiotas de no ver que esa piedra no se va a mover del camino a menos que la esquivemos o le propinemos una patada que se vaya bien lejos?
Nos pasamos toda la vida cayendo por lo mismo. Sufriendo, llorando, desesperándonos, culpándonos por ser tan estúpidos de que nos ocurra lo mismo otra maldita vez. 
Entonces, sin quererlo, aparece esa persona que al principio tratas como amigo, sin darte cuenta de nada más. Por una vez piensas que al fin no vas a sufrir más por lo mismo y que no vas a volver a ver a la misma piedra. Es un amigo, dices. Y cada día va a más, no puedes parar o controlar tus sentimientos. Al menos no este. Se acabó, voy a dar el paso. Si de verdad es él, esa piedra se apartará. Si no, esta será la última vez que me levante. Cierras los ojos y al abrirlos, ves que la piedra se ha desplazado. ¡Es él, es él! Eres feliz, muy feliz. 
Por primera vez en la vida sientes que nada te importa, que lo tienes y que nada ni nadie os puede separar. 

Disney y sus princesitas han hecho mucho daño. Nos pensamos que el amor es todo bonito y sonrisas y ser feliz y vivir juntos toda la vida, que nos amaremos para siempre y que no nos haremos daño.
Mentira. PURA MENTIRA.
Eso solo ocurre en las películas. El amor, en la vida real, es dolor, sufrimiento, aguante y sobretodo, coraje. Luego viene el ser feliz y el sentirse querido. Pero cuando estás enamorado, experimentas todo tipo de sentimientos que jamás habías sentido antes. 
Hay días que te sientes amada, la mejor para él y que permaneceréis juntos hasta que la muerte os separe. Otros, que te sientes una indefensa niña de cinco años que ha visto morir a todos sus seres queridos, que eres el mismísimo Lucifer en persona y que no soportas más el sentirte inútil. Algo dentro de ti hace que sigas con todo ello. Él.
¿Pero sabéis qué? Eso es el puto amor de verdad. 
Así que si os enamoráis, al menos que merezca la pena. Porque vais a estar mucho tiempo sintiendo todo eso. 

viernes, 10 de julio de 2015

Humanos pierden el combate con Sentimiento.

Los pequeños detalles son de los que deberíamos vivir, de los que deberíamos sentir que esa persona nos quiere o incluso nos odia. Ya solo por el simple hecho de mantener a alguien en mi vida otro día más, merece tener pequeños detalles.
Recordar los buenos momentos vividos, las sonrisas, los abrazos, los besos, cada segundo al lado... en el que las dos personas deciden que la otra entre a formar parte de su vida más alegre. Pero sobretodo recordar los malos momentos, por los que has llorado, sufrido, soportado el mundo entero de esa persona con ella al lado cuando el botón de descargar estaba a milímetros y al pulsarlo, se sería libre y se acabarían las contracturas en la espalda del peso.
Cada uno de esos recuerdos lleva de su mano a un grandullón superdotado llamado sentimiento. Es grandullón porque su cuerpo es enorme y golpea muy fuerte con sus puños, las heridas las hace muy profundas. Es superdotado porque el sentimiento es muy listo e inteligente, golpea justo en el momento y lugar adecuado, después de haber estado observando los puntos débiles del oponente para asestar el golpe letal, el golpe mortal, el Fatallity que acaba haciendo un combate redondo en el que el sentimiento nos acaba ganando.
Ya sea tanto para proporcionar felicidad como para proporcionar tristeza y decadencia. En ambos quedamos muertos como seres para vernos superados por sentimientos, por la mayor abstracción que el universo pueda tener.

El ser humano puede ser el más fuerte de su especie, ya que no es ni el más fuerte de su planeta. Se ve superado por animales, por enfermedades, por la naturaleza... Pero por lo que más nos duele ser superados es por el sentimiento, eso que el ojo no puede captar. 

¡Vivamos de los pequeños detalles del día a día! O nos ilusionan a más no poder, o nos fastidian por dentro progresivamente.

jueves, 9 de julio de 2015

Monstruos con complejo de martillo.

"Haz de mi corazón, un sitio mejor."

¿Quién no lo ha conseguido alguna vez?
Sí, soy de esas pocas personas que no han hecho un sitio mejor. Han hecho algo terrible: un corazón roto en pedazos imposible de volver a juntar.
Nos quedamos un par de piezas diminutas, que casi no se ven pero que sin ellas, no hay un corazón completo.
Somos egoístas, no dejamos que otros arreglen lo que nosotros hemos destrozado. Damos miedo a los que se intentan acercar para arreglar el corazón del que las piezas robadas pertenecen. Somos monstruos que, como no tenemos suficiente habiendo roto el corazón de la persona que amamos, no dejamos que nadie se acerque a él salvo nosotros mismos para juntar las piezas. Pero la verdad es que una vez juntas, viendo el corazón otra vez unido, lo rompemos en más pedazos.
¿Qué clase de persona hace tal aberración?
No estamos orgullosos de ello, al menos yo. Pero no podemos evitar actuar de este modo.
Somos monstruos creados por el sentimiento del amor y la desesperación, la dependencia y la tristeza. No podemos dejar ir aquello por lo que tanto hemos dado, por lo que tanto hemos hecho, por lo que tanto hemos reído y llorado para que venga otra persona mejor que nosotros para superarnos y hacer que todo nuestro legado quede en vano y pasar al olvido.

El perro del hortelano, que ni come ni deja comer.
El demonio del corazón, ni repara ni deja reparar.

Soy el mejor perro y el gran demonio.